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Ibagué se prepara para una temporada de lluvias intensas que se extenderá hasta mediados de diciembre

  • Foto del escritor: Tatty Umaña G
    Tatty Umaña G
  • 12 oct
  • 5 Min. de lectura
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Fenómeno de La Niña incrementará precipitaciones hasta 30% por encima del promedio habitual en la Capital Musical.


La capital del Tolima enfrenta estos días una realidad climática que, aunque cíclica, no deja de generar interrogantes entre sus habitantes. Las calles mojadas, los paraguas que vuelven a protagonizar el paisaje urbano y ese aroma particular que trae la lluvia sobre el asfalto caliente se han convertido en compañeros cotidianos de los ibaguereños durante estas últimas semanas.


Sin embargo, lejos de tratarse de un capricho meteorológico o una anomalía climática preocupante, las precipitaciones actuales responden a un patrón natural que caracteriza a esta ciudad enclavada en la región Andina colombiana. La Alcaldía de Ibagué, a través de su Dirección de Gestión del Riesgo, ha decidido adelantarse a la incertidumbre ciudadana y ofrecer explicaciones técnicas sobre este fenómeno que marcará el comportamiento atmosférico local hasta bien entrado el mes de diciembre.


La Capital Musical baila al ritmo de dos temporadas lluviosas cada año


Ibagué no es ajena a la complejidad climática que caracteriza a Colombia, un país donde la geografía diversa dibuja escenarios meteorológicos particulares en cada región. La Capital Musical, específicamente, se rige por lo que los expertos denominan un sistema bimodal de precipitaciones, un término técnico que simplemente describe la existencia de dos períodos lluviosos claramente diferenciados a lo largo del año.


El primer ciclo de lluvias se presenta tradicionalmente entre los meses de abril y mayo, cuando la ciudad experimenta un despertar húmedo que coincide con el final de la primera temporada seca del año. Posteriormente, después de algunos meses de relativa calma pluviométrica, llega el segundo período de precipitaciones que actualmente está comenzando y que se extiende desde octubre hasta mediados de diciembre.


Además, este comportamiento bimodal no es exclusivo de Ibagué sino que caracteriza a gran parte de la región Andina colombiana, donde la interacción entre las cordilleras, los vientos alisios y otros factores atmosféricos genera estos patrones definidos. Sin embargo, cada año presenta sus particularidades, y 2025 no es la excepción.


El Fenómeno de La Niña hace su aparición débil pero significativa


Lo que distingue a esta temporada de lluvias de otras anteriores es la presencia confirmada del Fenómeno de La Niña, aunque en su manifestación más tenue. Félix Salgado, director de Gestión del Riesgo de la Alcaldía de Ibagué, ha sido enfático al explicar las implicaciones de este evento climático para la ciudad.


"Adicionalmente, hay una disminución de la temperatura en el océano Pacífico, lo cual nos marca una presencia débil del Fenómeno de la Niña y que nos pronostica un incremento entre el 10% al 30% del promedio de lluvias que normalmente se tiene", detalló el funcionario, ofreciendo datos concretos que permiten dimensionar lo que viene para la ciudad.

Este fenómeno oceánico, que ocurre cuando las temperaturas superficiales del Pacífico ecuatorial descienden por debajo de lo normal, tiene repercusiones globales que se sienten de manera particular en Colombia. Para Ibagué, esto se traduce en que las lluvias características de esta época del año vendrán acompañadas de una intensidad mayor a la habitual, aunque no de forma dramática gracias a que se trata de una manifestación débil del fenómeno.


Lluvias intensas y localizadas: el patrón esperado para los próximos meses

Las autoridades municipales han sido claras al describir el tipo de precipitaciones que experimentará Ibagué durante este período. Se trata de lluvias que presentan dos características fundamentales: serán muy intensas cuando ocurran, pero también serán localizadas, lo que significa que no necesariamente toda la ciudad recibirá la misma cantidad de agua al mismo tiempo.


Esta particularidad de las precipitaciones localizadas es común en ciudades con topografía variada como Ibagué, donde las diferencias de altitud entre distintos sectores pueden generar microclimas que favorecen la formación de nubes y lluvia en áreas específicas mientras otras permanecen relativamente secas.


Sin embargo, los pronósticos también traen una noticia que aliviará a quienes temen un cielo perpetuamente gris: todavía habrá días de sol intercalados entre las jornadas lluviosas. Este comportamiento intermitente es típico de las temporadas de transición y permite que la ciudad no permanezca completamente bajo el agua, dando respiros a las actividades cotidianas y al comercio local que depende del clima favorable.


Noviembre será el mes más desafiante en términos de precipitaciones

Si hay un mes que los ibaguereños deben marcar en sus calendarios con especial atención, ese es noviembre. Según los pronósticos técnicos manejados por la Dirección de Gestión del Riesgo, este será el período de mayor intensidad pluviométrica dentro del ciclo que actualmente comienza.


Noviembre concentrará las lluvias más abundantes y frecuentes, lo que demandará una mayor preparación por parte de las autoridades locales y también de la ciudadanía. Los sistemas de drenaje, la limpieza de alcantarillas y la vigilancia sobre zonas de riesgo por deslizamientos o inundaciones se convertirán en prioridades absolutas durante estas semanas.


Además, los primeros quince días de diciembre continuarán bajo esta dinámica de precipitaciones significativas antes de que comience a observarse un debilitamiento gradual. Este período crítico de aproximadamente mes y medio requerirá especial vigilancia, particularmente en aquellos sectores de la ciudad que históricamente han presentado vulnerabilidad ante eventos climáticos extremos.


La transición hacia la temporada seca: una luz al final del túnel húmedo

Después de las intensas lluvias previstas, Ibagué comenzará a experimentar un cambio gradual en su comportamiento climático. A partir de mediados de diciembre, las precipitaciones empezarán a disminuir en frecuencia e intensidad, marcando el inicio de una fase de transición que preparará el terreno para la llegada de la primera temporada seca del año.


Esta temporada seca, que tradicionalmente abarca el primer trimestre del año —enero, febrero y parte de marzo—, traerá consigo cielos despejados, temperaturas más elevadas y una disminución considerable en los índices de humedad. Sin embargo, esta transición no será abrupta sino paulatina, permitiendo que la ciudad y sus ecosistemas se adapten gradualmente al cambio.


Para muchos ibaguereños, estos meses secos representan la oportunidad perfecta para actividades al aire libre, eventos culturales y celebraciones que aprovechan el clima favorable de la Capital Musical. No obstante, también implican desafíos particulares relacionados con el abastecimiento de agua y la prevención de incendios forestales, especialmente en las zonas rurales del municipio.


Preparación ciudadana: clave para enfrentar la temporada lluviosa

Ante este panorama claramente definido por las autoridades, la preparación individual y colectiva se convierte en un elemento fundamental. Los ibaguereños deben asumir un rol activo en la gestión del riesgo, comenzando por acciones tan simples como mantener limpias las canaletas de sus viviendas, evitar arrojar basura a las calles que pueda obstruir desagües, y mantenerse informados sobre las alertas tempranas que emitan las autoridades locales.


La Dirección de Gestión del Riesgo continuará monitoreando de cerca el comportamiento de las precipitaciones y mantendrá informada a la ciudadanía sobre cualquier situación que amerite medidas preventivas especiales. Esta comunicación constante entre instituciones y comunidad resulta esencial para minimizar los impactos negativos que las lluvias intensas puedan generar sobre la infraestructura urbana y la seguridad de las personas.

Mientras tanto, Ibagué se prepara para convivir con las lluvias que, más allá de cualquier inconveniente temporal, también traen consigo la renovación de los paisajes, el verdor de las montañas circundantes y ese aire limpio que caracteriza a la ciudad después de una buena precipitación. La naturaleza sigue su curso cíclico, y los habitantes de la Capital Musical demuestran una vez más su capacidad de adaptación a estos ritmos ancestrales que ninguna modernidad ha logrado alterar.


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