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🍞 Entre la escasez y la dignidad: la lucha por una alimentación justa en el Coiba de Picaleña

  • Foto del escritor: Tatty Umaña G
    Tatty Umaña G
  • 15 oct
  • 3 Min. de lectura
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Una denuncia reciente pone en evidencia las dificultades que enfrentan las personas privadas de la libertad en el centro penitenciario de Ibagué, conocido como Coiba de Picaleña, especialmente en lo relacionado con la alimentación y la falta de expendios adecuados dentro de sus instalaciones.


📩 Una voz familiar que clama por condiciones dignas


“Me reservo mi identidad por seguridad, pero tengo un familiar en el Coiba Picaleña y la verdad el tema del expendio es precario”, expresó un familiar a través de un mensaje enviado al grupo de información ciudadana Infórmate ConTattyUmaña.

La persona relató que dentro del centro penitenciario “no venden nada, ni bebidas siquiera”, y que “lo poquito que venden es negocio de ellos a muy altos costos”. Su queja, más que un reclamo, es un llamado a la atención humanitaria: los familiares que visitan a sus seres queridos no encuentran un espacio digno donde comprar comida o bebidas, ni para ellos ni para los internos.


🗣️ Voces desde adentro: un ppl que no se rinde


Para corroborar la situación, #contattyumana dialogó con un privado de la libertad. En su testimonio, confirmó la preocupación por las condiciones actuales de expendio y alimentación, señalando que la escasez no solo afecta el bienestar físico, sino también la convivencia y la dignidad de las personas recluidas.


“El tema de la alimentación ha mejorado en ciertos aspectos, pero aún hay días en los que lo que llega no alcanza o no cumple las condiciones esperadas. Muchos internos dependen del expendio para complementar su comida, pero este es insuficiente y en ocasiones se convierte en un privilegio al que pocos pueden acceder”, explicó.

🍽️ Alimentarse, un derecho que trasciende los muros


La alimentación es un derecho fundamental reconocido por la Constitución y por diversos tratados internacionales de derechos humanos. En contextos de privación de libertad, este derecho adquiere un valor especial, pues el Estado es el responsable directo de garantizarlo de manera suficiente, equilibrada y digna.


En el Coiba de Picaleña, como en muchos centros penitenciarios del país, la cadena de contratación de proveedores y los procesos logísticos suelen ser complejos. Los alimentos deben cumplir estándares de salubridad y distribución bajo condiciones restrictivas, lo que en ocasiones genera retrasos o dificultades operativas.


🏛️ Esfuerzos institucionales frente a las limitaciones


Desde la dirección del centro penitenciario se ha conocido que los funcionarios hacen esfuerzos constantes para que los proveedores cumplan con los contratos establecidos y las entregas se realicen en los tiempos acordados. En los últimos años se han implementado controles internos más rigurosos y programas de supervisión para asegurar la calidad de los alimentos y evitar irregularidades.


Sin embargo, las limitaciones presupuestales y logísticas siguen siendo un obstáculo. Las empresas proveedoras, en algunos casos, enfrentan dificultades para surtir a tiempo debido a la alta demanda y las condiciones de acceso a los pabellones.


🤝 Entre la esperanza y la necesidad


A pesar de las carencias, al interior del Coiba existe una red de apoyo entre los mismos internos. Algunos comparten sus raciones, otros gestionan ante los directivos soluciones temporales o mejoras en los puntos de venta. Las familias, por su parte, siguen cumpliendo un papel fundamental al visibilizar las necesidades de sus seres queridos sin perder el respeto hacia las autoridades penitenciarias.


“Uno entiende que el INPEC hace su trabajo y que no todo depende de ellos”, dice el familiar que presentó la denuncia. “Pero lo mínimo es que los privados de la libertad puedan tener acceso a algo tan básico como un vaso de agua fría o una merienda digna”.

🌱 Un llamado a la empatía y la acción


El testimonio del defensor de derechos humanos interno cierra con una reflexión que resume el sentir de muchos: “No pedimos lujos, solo condiciones humanas. Aquí hay personas que quieren salir adelante, estudiar, trabajar y reconstruir sus vidas, pero para eso también se necesita fuerza, energía y alimento”.


Este llamado, más que una denuncia, es una invitación a fortalecer la comunicación entre instituciones, proveedores y familiares, para que el derecho a la alimentación no sea un privilegio, sino una garantía efectiva dentro del sistema penitenciario.


En un lugar donde cada pequeño gesto de humanidad cuenta, garantizar una comida digna puede ser el primer paso para la verdadera resocialización.



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