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El origen de la expresión: "Mi Amigo del PentHouse Azul"

  • Foto del escritor: Tatty Umaña G
    Tatty Umaña G
  • 15 oct
  • 5 Min. de lectura
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El respeto por las creencias de los demás, es el inicio del respeto para contigo y así poder exigirlo.


Era un bello domingo de verano de 1999 en Barcelona, España, yo estaba comiendo (almorzando) en el piso de la Juana y el Didac, un matrimonio ya mayor, brillantes científicos y ateos confesos, estaba terminando de tomarme la última copa de vino en la terraza y les dije, "Queridos, jo em dec marxar, tinc una cita a les 6:00 i encara tinc camí per recórrer"(Queridos,  me debo marchar, tengo una cita a las 6:00 y aún me queda trecho por recorrer” y para evitar un largo intercambio de opiniones y previa conversación con Él y con la venia del Espíritu Santo a su pregunta "Y ¿para dónde marchas?" yo contesté, "tengo una cita con Mi Amigo del PentHouse Azul".


La curiosidad

A los días habíamos quedado de ir a la playa y habían escogido una de las más tradicionales, la de San Sebastián y les pedí que me recogieran allí cerca, esa mañana había madrugado a ir a verme con unas mujeres maravillosas a las que visitaba al menos una vez al mes, era la Congregación de Misioneras de la Caridad.  Al encontrarme con la Juana y el Didac ellos enfatizaron en que yo tenía un brillo especial en los ojos, que me veía radiante y le dije que siempre que venía a ver a estas amigas, me llenaba de alegría y buenas energías, al preguntarme quienes eran, les dije que eran amigas de mi Amigo del PentHouse Azul.


Así se fueron sucediendo las cosas y coincidieron días en los que estaba en algo relacionado con mi Amigo del PentHouse Azul y me veía con ellos,  les contaba mi experiencia,  pero por el profundo respeto que sentía hacia ellos y consiente de su manera de pensar, para no entrar en largas polémicas que nunca conducían a nada, no mencionaba por su nombre a mi Amigo del PentHouse Azul. A conocer amigos de mi Amigo


Ya caían las hojas de los árboles y una mañana de domingo,  muy temprano me llamó Didac a invitarme a ‘esmorzar’ (desayunar) y pues ante una invitación de esas nunca decía que no,  en la mesa había pan de payés recién salido del horno,  ajo trinchado, tomate fresco partido a la mitad, aceite de oliva extravirgen,  jamón de bellota ibérico, olivas negras… me preparé las más deliciosas ‘torradas de pan amb tomaquet’ de la historia y de pronto me dicen este par, con una cara de picardía y complicidad “noia, volem conèixer a aquest amic teu de el àtic blau”, ah! No les había dicho, con ellos siempre hablo en catalán, traducción: “chica, queremos conocer a ese amigo tuyo del penthouse azul”,  yo solo acaté a decir “¿hoy mismo?” ambos asintieron,  a lo que yo le dije que listo, que no había lío,  pero que primero deberíamos ir a conocer a algunos amigos de él,  a todo decían que sí, también les dije que debían ir sin prejuicios,  con la mente y el corazón abierto y que al finalizar el periplo vendríamos a tomarnos unos ‘tintos’ (vinos) y a conversar de la experiencia,  no antes.


Ellos parecían un par de chavales en su primera excursión, no recuerdo muy bien el recorrido,  lo que sí recuerdo es que le pedí al Espíritu Santo que me iluminara,  lo que menos quería es que se fueran a ofender;  fuimos a varios de los lugares a los que yo asistía a hacer voluntariado,  estuvimos en Martí-Codolar, allí conocieron la labor de los salesianos,  también sobre de la vida y obra de San Juan Bosco;  luego fuimos a la casa de las Misioneras de la Caridad, aprovecharon para practicar su fluído inglés con dos novicias recién llegadas de la India, ellas les hablaron sobre la Madre Teresa de Calcuta;  después fuimos a comer a un restaurante colombiano en el que los domingos unos monjes capuchinos invitados por don José, traían a personas de muy escasos recursos a comer un delicioso sancocho.  Para ese momento, ellos se habían dedicado a disfrutar de cada experiencia.


Una hermosa casualidad


Cerca de allí había una capilla en la que nunca hacían misa, era más bien un oratorio y había allí algo muy particular,  una escultura del Divino Niño del 20 Julio, es una imagen muy nuestra,  muy colombiana,  ese día supe que la había mandado a llevar un colombiano que vivió en Barcelona muchos años y que su devoción al Niño lo llevó a pagar una promesa por un favor recibido, llevando esa imagen desde Colombia hasta Barcelona y allí le permitieron ponerla. 


Las cosas de mi Amigo del PentHouse Azul, al llegar allí me encontré con un sacerdote amigo, estaba de vacaciones en Barcelona, él estaba radicado en el Vaticano y era amigo de la familia del señor que había llevado la imagen del Divino Niño del 20 de Julio,  justo ese día y a esa hora harían allí una misa por el 10 aniversario del fallecimiento de ese caballero.  Yo les dije a Juana y a Didac que iba a haber una ceremonia litúrgica, que a mi me gustaría quedarme, pero que si ellos no querían no había problema, que nos íbamos, ellos estaban impresionados con el arte y el diseño de la capilla, se jactaban de conocer palmo a palmo a su ciudad, pero ese pequeño recinto nunca lo habían visto, además toda la experiencia de ese día les hacía sentir la necesidad de quedarse a terminar el ‘tour’.


No puedo negar que escuchar a ese sacerdote era una delicia, tan humano,  tan cercano, yo me concentré tanto en la celebración que por un rato me olvidé de mis invitados, cuando estaba el padre casi finalizando la homilía, me giro a mirarlos, estaban abrazados, hechos un mar de lágrimas,  pero cada uno con una sonrisa amplia, muy emocionados.  Al momento de darnos la paz me abrazaron muy fuerte y me decían “gràcies, moltes gràcies, noia”, al terminar la misa,  nos fuimos a su piso. La develación Al llegar al piso, Didac abrió una deliciosa botella del mejor Cava, un Codorniu de alguna edición especial. Hablamos de su experiencia, de cada lugar que conocieron,  de lo que habían aprendido, de lo que habían sentido, del impacto que les causó la liturgia, que cada una de las lecturas y el evangelio, pero que la homilía había sido certera a su corazón, que tenían la sensación que cada palabra escuchada había sido dispuesta para ellos, pero, que se sentían un poco mal, porque por la emoción y las lágrimas yo no había tenido la oportunidad de presentarles “a l'amic teu de el àtic blau”. Yo solté una de mis sonoras carcajadas y les dije “¿No es van adonar que Ell va estar present tot el temps?

El meu amic de el àtic Blau és Déu." Traducción: "¿No se dieron cuenta que Él estuvo presente todo el tiempo? Mi amigo del penthouse azul es Dios."


Yo soy su madrina de bautizo,  comunión, confirmación y matrimonio, hoy en día ellos son misioneros, viajan por todo el mundo haciendo por otros lo que yo hice por ellos,  se dieron cuenta que sus conocimientos científicos y su fe van de la mano, son complementarias y desde entonces acuñé esa manera de nombrarlo,  cualquiera que sea la fe que profesen las personas que llegan a mi vida, todas creen de alguna manera en un ser o energía que nos guía y cuida,  llamándolo así no les ofendo, resulta hasta divertido y es una manera de “empatizar”.


 
 
 

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