Mi página de Facebook
top of page

Columna de opinión: El Show de la Soberbia en Ibagué. Por Felipe Ferro

  • Foto del escritor: Tatty Umaña G
    Tatty Umaña G
  • 5 oct
  • 3 Min. de lectura
Felipe Ferro - Diputado
Felipe Ferro - Diputado

El pasado viernes 3 de octubre, Ibagué fue escenario de lo que Petro vendió como una gran movilización popular. En realidad, fue un acto de soberbia desmedida, un discurso egocéntrico y una clara demostración de que este gobierno usa los recursos del Estado para montar su circo político.


Esta era la primera alocución presidencial tras el bochornoso episodio en Nueva York, donde Petro salió a pedir al ejército estadounidense que desobedeciera a su presidente, Donald Trump. Esa declaración le costó la visa, pero en lugar de asumir responsabilidad, vino a Ibagué a victimizarse y a elogiarse sin medida.


"Ya en el mundo no conocen a Colombia por Pablo Escobar... el mundo conoce a Colombia por Petro", afirmó el presidente con una arrogancia que asombra.


Compararse con uno de los criminales más sanguinarios de la historia no es mérito, señor presidente. Y pretender que su gestión errática sea motivo de orgullo internacional es desconocer la realidad: Colombia hoy es noticia por crisis institucional, inseguridad y aislamiento diplomático.


Petro se atrevió incluso a compararse con Alfonso López Pumarejo, declarando que está haciendo "la Revolución en Marcha", insultando la memoria de uno de los estadistas más importantes del siglo XX.


Pero lo más grave no fue solo la megalomanía. Una vez más, Petro sacó su gastada bandera de "Libertad o Muerte", ese eslogan que pretende romantizar su pasado guerrillero mientras ignora que los colombianos queremos gestión, no consignas revolucionarias. Y como si fuera poco, subió al escenario a un exmiembro del M-19, en una clara señal de lo que representa su proyecto: el regreso de quienes tomaron armas contra las instituciones ahora manejando el Estado.


Allí estaban todos: Armando Benedetti, Guillermo Jaramillo, quien sepultó la salud de nuestro país, y el ministro Florian, aferrado al cargo de Ministro de la Igualdad después de que Petro lo volviera a nombrar tras su escándalo. La tarima de Ibagué fue un desfile de los leales del régimen, no una muestra de gobierno para todos los tolimenses.


En su discurso, Petro dejó entrever nuevamente su obsesión con la Asamblea Constituyente. Esta movilización no era sobre salud ni sobre las necesidades del Tolima. Era un ensayo para medir fuerzas rumbo a su proyecto de refundar el país a su antojo, sin consensos y sin respaldo mayoritario del pueblo colombiano.


Y aquí viene lo más indignante: esa "gran movilización" no fue tan espontánea como la pintan. Personalmente me tomé el trabajo de conversar con varias personas hospedadas en hoteles cercanos a la Plaza Murillo. Varios de ellos, con evidente incomodidad, me confirmaron que habían sido traídos desde lugares tan lejanos como San Andrés, obligados a asistir y a tomarse fotos como evidencia de su presencia en el evento. Funcionarios y contratistas públicos movilizados con recursos del Estado para llenar una plaza y simular respaldo popular.


Esto no es democracia, es clientelismo de Estado. Es el uso perverso de la institucionalidad para montar una escenografía política. Mientras miles de tolimenses luchan por sobrevivir en medio de la inflación y la inseguridad, Petro gasta millones en traer gente obligada desde los rincones más apartados del país para aplaudirle su delirio mesiánico.


El presidente habló de todo menos de soluciones concretas. Habló de Gaza, de Trump, de Netanyahu. Pero no habló de cómo va a reducir la violencia en el Tolima, cómo va a generar empleo o cómo va a rescatar el campo que se hunde. Su discurso fue un monólogo egocéntrico lleno de acusaciones, victimismo y propaganda internacional.


Ibagué y el Tolima merecen respeto. Merecen un gobierno que trabaje por ellos, no que los use como escenario para alimentar el ego presidencial. Merecen transparencia, no movilizaciones forzadas con dinero público. Merecen propuestas, no discursos vacíos sobre revoluciones que solo existen en la mente del mandatario.


La visita de Petro a Ibagué dejó una cosa clara: este gobierno está más preocupado por su narrativa propagandística que por resolver los problemas reales de los colombianos. Y eso, señor presidente, no se arregla con discursos grandilocuentes ni con plazas llenas con gente obligada a asistir.


Colombia necesita liderazgo, no espectáculo. Necesita trabajo, no soberbia. Y necesita un presidente que gobierne para todos, no para su proyecto político personal.

 
 
 

Comentarios


  • YouTube
  • Instagram
  • Facebook icono social
  • Twitter
  • WhatsApp-Logotipo

© 2020 by Tatty Umaña. Idea Original with Wix.com

bottom of page