De jubilado a universitario: la inspiradora historia de Antonio en la UT

Ibagué, octubre de 2025. En los pasillos de la Universidad del Tolima, donde la juventud marca el ritmo cotidiano, una historia rompe con los prejuicios y demuestra que el aprendizaje no tiene edad. Se trata de Antonio Castro Buitrago, un bogotano que adoptó a Ibagué hace más de tres décadas y que, a sus 75 años, decidió matricularse en la Tecnología en Levantamientos Topográficos.

Su presencia en el campus ha despertado admiración entre estudiantes y profesores. No es común que un hombre de su edad comparta aulas con jóvenes de 16 a 20 años, pero Antonio asumió el reto con disciplina y motivación, convirtiéndose en un símbolo de superación y constancia.

El inicio de un nuevo camino

“Muchos me preguntan: ¿por qué empezar a estudiar a los 75 años? Yo pienso que nunca debemos dejar de aprender”, dice con serenidad. Su decisión no fue improvisada: toda su vida ha estado marcada por la capacitación y el aprendizaje. Durante su paso por Ecopetrol, recuerda, la formación era permanente, un hábito que ahora revive en la academia pública.

Consciente de la brecha generacional, se preparó mentalmente para ingresar a un entorno dominado por jóvenes. “No crean que es fácil. Sabía que mis compañeros iban a ser muchachos de 16 años, es decir, cuatro generaciones de diferencia. Me preparé para eso y confieso que me ha ido bien”.

Su primer semestre lo cerró con un promedio de 4,3, una calificación que no solo lo llena de orgullo, sino que lo impulsa a seguir avanzando en esta nueva etapa.

Entre generaciones y aprendizajes

Lo que pudo ser una dificultad se convirtió en un puente. Sus compañeros lo respetan y lo ven como un referente, mientras que él aprende de sus dinámicas y comparte su experiencia de vida. “No he sentido ninguna discriminación, ni de los profesores ni de los estudiantes”, asegura.

El contraste generacional le recuerda lo distinta que era la educación hace medio siglo. “Uno siente una obligación moral de hacer las cosas bien”, explica. Para él, cada apunte, cada parcial y cada clase superada son conquistas personales que lo motivan a seguir.

Consejos de un compañero mayor

Más allá de su rol como estudiante, Antonio es un consejero para las nuevas generaciones. Les insiste en que valoren la universidad pública, gratuita y accesible. “Yo me capacité toda mi vida, pero en espacios privados y costosos. Estos jóvenes tienen la fortuna de estudiar en una universidad pública. Esa oportunidad no se debe desaprovechar”.

Una vida universitaria plena

Antonio no se limita a lo académico. Participa de la vida universitaria y reconoce con entusiasmo el sentido de pertenencia de los estudiantes. El restaurante universitario, las actividades culturales y el compromiso colectivo con el cuidado de la institución lo han sorprendido gratamente. “Ese respeto y amor por la universidad me emociona”, asegura.

En los 80 años de la UT, un sueño compartido

Este 2025, cuando la Universidad del Tolima celebra ocho décadas de historia, Antonio también celebra su propio inicio. “Que no solo cumpla 80, sino muchos más. Y que los jóvenes sigan sintiendo ese amor y pertenencia por esta institución que hoy también me abre las puertas a mí”, expresa con emoción.

Su meta es terminar su programa y obtener el título, no como una aspiración laboral, sino como una conquista personal: la prueba de que nunca es tarde para empezar de nuevo.

Un ejemplo que trasciende

Hoy, Antonio Castro Buitrago no es solo un estudiante más. Es un ejemplo vivo de que el conocimiento no tiene fecha de vencimiento. Con su disciplina y pasión por aprender, inspira a jóvenes y adultos por igual, recordándoles que la educación es un viaje permanente.

En medio de los 80 años de la Universidad del Tolima, su historia se convierte en un legado que demuestra que siempre hay tiempo para reinventarse.

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